Es aquí, en Huejutla, en
el corazón de la Huasteca Hidalguense, donde he decidido
iniciar mi Campaña por la Presidencia de la República.
La presencia de todos ustedes, amigas
y amigos; su participación, su entusiasmo, la convicción
que los anima, y sobre todo su esperanza, serán inspiración
y aliento permanente para afirmar mi compromiso con México.
Es aquí, en la Huasteca Hidalguense,
ante los reclamos de ustedes, de frente a sus necesidades y con
su determinación por alcanzar un mejor futuro en donde
afirmo: queremos un solo México unido por el trabajo, unido
por el desarrollo, unido por las mejores oportunidades para vivir
y para progresar; un México en el que podamos alcanzar
- juntos - nuestro más altos anhelos, un México
mejor para nuestros hijos.
Huejutla es símbolo del gran
desafío que debemos resolver. La zona Huasteca nos muestra
las tareas más urgentes que debemos realizar para consolidar
la transformación de México.
Aquí - lo sabemos - tenemos
un gran potencial en sus tierras, en su ganado; pero aquí
también, en sus comunidades, en su gente, en sus mujeres
y en sus hombres, en la Huasteca, también encontramos comunidades
indígenas con dolorosas carencias. Encontramos comunidades
con limitaciones; campesinos que aún esperan la superación
de los rezagos históricos, mujeres y jóvenes que
quieren abrirse nuevos horizontes, niños que merecen un
México de mayor justicia.
En la Huasteca se mantiene la esperanza.
Sus mujeres y sus hombres aman esas tierras y están dispuestos
a sumar esfuerzos. No están solos.
Amigas y amigos Huastecos:
Vamos juntos a alcanzar una nueva
etapa de mayor progreso, de mayor bienestar para la Huasteca,
para la Huejutla, para México.
La voluntad aquí expresada,
recorrerá al país.
Al reunirnos hoy, lo hacemos trayendo
con nosotros nuestros anhelos, nuestras demandas, nuestras propuestas.
Juntos hoy, desde aquí, desde el corazón de la Huasteca
Hidalguense, lanzamos una gran convocatoria a todos los mexicanos
para superar la pobreza, para superar la exclusión, para
superar los rezagos, la marginación y la desigualdad.
La nuestra, amigas y amigos priístas,
ha de ser una batalla a favor de la dignidad; la nuestra ha de
ser una batalla a favor de las libertades, del bienestar de nuestros
indígenas, del bienestar de nuestros campesinos, de todos
los marginados del campo y de la ciudad.
La pobreza no puede ser destino.
Es la causa moral que nos llama a la unidad para superarla, es
la que exige el diálogo, la que reclama la aportación
de lo mejor de nosotros mismos.
La pobreza no puede ser pretexto
para dividirlos. Hacerlo es atentar contra el presente de nuestras
comunidades y de nuestras familias. Pero sobre todo, hacerlo es
atentar contra el futuro que es de nuestros hijos.
Los acontecimientos de Chiapas son
un llamado a la conciencia de todos los mexicanos; es un llamado
que nos habla de la urgencia de mayor justicia social, pero que
también nos coloca frente al absurdo de la violencia.
Hoy, el derramamiento de sangre
no es el camino; la violencia no es el camino. Los mexicanos hicimos
una revolución y nos dimos instituciones y nos dimos leyes.
Así es como cancelamos - de una vez por todas - la confrontación
como fórmula de solución de diferencias y de discrepancias.
La violencia no puede ser ni método
ni fin. La paz, la estabilidad, la armonía y la legalidad,
son las vías de toda solución verdadera.
Ese es el camino que nosotros hemos
elegido; esa es nuestra opción. En esta asamblea popular
de inicio de campaña, aquí en Huejutla, afirmamos
la vigencia de nuestra vida institucional como cauce para la solución
de nuestros problemas. Ese es nuestro compromiso: sin ambigüedades,
sin doble discurso, sin titubeos.
Durante estos años los hidalguenses,
los huastecos, los mexicanos, todos, hemos realizado un esfuerzo
ejemplar, todos hemos participado en la construcción de
mejores bases para el crecimiento económico del país.
Todos hemos participado en la construcción
de mejores bases para el crecimiento del país. Ahora, amigas
y amigos, los cimientos son sólidos, es tiempo de proponernos
nuevas metas.
Queremos promover el crecimiento
de nuestra economía como medio para alcanzar el bienestar
de nuestros compatriotas. Pero debe ser un crecimiento que genere
empleos y que genere beneficios, y que estos estén mejor
distribuidos.
Reforma social y económica
sana, son propósitos convergentes. Mayor inversión,
estabilidad y ahorro, con la baja inflación, no son sólo
metas técnicas, son instrumentos necesarios para una auténtica
política social que dé certeza al esfuerzo de todos
y cada uno de ustedes, y que dé certeza al esfuerzo de
todos los mexicanos en todos y cada uno de los rincones de la
patria para alcanzar juntos nuestros propósitos.
Que no se nos olvide: sin una mayor
justicia, sin una mejor distribución del ingreso, la economía
se debilita y se cierra el camino al crecimiento. Pero sin una
economía fuerte, no hay política social ni eficiente
ni duradera. Lo que hemos logrado hasta ahora lo tenemos que poner
al servicio de los que menos tienen. Hoy, tenemos condiciones
para hacer del crecimiento una batalla decisiva contra la pobreza.
Por eso, amigas y amigos huastecos, por eso es que propongo una
gran reforma social y un nuevo y decidido impulso al desarrollo
de nuestras regiones.
Con responsabilidad, sin demagogias,
sin paternalismos, sin populismos, debemos alcanzar una nueva
etapa de bienestar, y lo lograremos mediante acciones decididas;
lo lograremos con determinación, con coraje, con unidad
y con trabajo, asegurando a todos el acceso a mejores niveles
de educación, cuidando la salud de nuestras familias y
asegurándoles también una vivienda digna.
Lo lograremos con un nuevo impulso
al desarrollo de nuestras regiones, de nuestros municipios, de
nuestras comunidades. La reforma social que propongo debe superar,
con eficiencia, las condiciones de pobreza. Pero también
debe asegurar el desarrollo de las capacidades de cada individuo,
de cada mexicano.
Nuestro punto de partida tiene que
ser necesariamente el cumplimiento de los compromisos históricos
consagrados en la Constitución, una educación básica
de calidad a la que todos los niños y nuestros jóvenes
tengan acceso; que los servicios médicos aseguren a todas
las comunidades y las familias; que la posibilidad de contar con
una vivienda digna sea efectiva.
Estoy a favor de una reforma social
fincada ante todo en los valores de la democracia ¿Qué
significa esto? Significa que tenemos que respetar, promover,
alentar la participación de todas nuestras comunidades,
y que sean precisamente las comunidades, a través de la
participación democrática, las que asuman las decisiones
y las que asuman las formas de organización que mejor se
adapten a cada una de las regiones.
Sólo así es como combatiremos
el burocratismo, la ineficiencia, el autoritarismo, el centralismo
y la indiferencia. Será una reforma social que garantice
las libertades y que reconozca, ante todo, la diversidad cultural
y la pluralidad de intereses de nuestras comunidades.
Amigas y amigos:
La tarea social, la política
social ha dejado de ser un asunto que sólo corresponde
al gobierno resolver. No podemos desaprovechar las enormes capacidades
de los individuos, de las familias y de las comunidades; de las
organizaciones no gubernamentales, de los empresarios, de las
asociaciones civiles tanto de servicio, como aquellas diversas
instituciones que representan a nuestra sociedad. Tampoco debemos
derrochar el esfuerzo de las generaciones pasadas.
En la atención a los problemas
de nuestra gente no podemos admitir esfuerzos aislados, no podemos
admitir esfuerzos dispersos, porque la contribución de
cada uno debe formar parte de un solo objetivo y de un solo camino.
Pero combatir la pobreza también nos obliga a voltear la
mirada hacia nuestras regiones, a nuestras comunidades, conocer
los problemas mediante el diálogo y la participación
democrática de quienes hacen posible la vida comunitaria
cotidianamente.
Vincularnos al esfuerzo de mujeres
y hombres, pero ahí donde ellos y ellas engrandecen a la
patria; estimular sus iniciativas. Para combatir la pobreza, entonces
necesitamos también concentrar todos nuestros esfuerzos
en el desarrollo de nuestras regiones, es así como lograremos
una respuesta a cada propuesta, una solución que sea la
más adecuada para aprovechar las potencialidades de cada
una de las localidades de México.
Debemos de venir a las regiones,
como la Huasteca, pero con nuevos instrumentos, con nuevas fórmulas
de concertación, con una nueva actitud; promover un nuevo
federalismo.
Hay que devolverle a los Estados
y Municipios su capacidad política, pero también
su capacidad financiera, así es como ellos podrán
resolver mejor los problemas de sus comunidades. Es a partir de
este compromiso que vamos a convocar a lo largo y a lo ancho de
nuestro país a todos los sectores sociales a participar
en las tareas propias del desarrollo nacional: mejores caminos,
más electrificación, más agua potable, más
conservación o mejor conservación de nuestros recursos
naturales; mayor inversión en el campo; promoción
de las expresiones culturales propias de cada rincón de
nuestra patria, proyectos productivos; más empleos para
los huastecos, más empleos para los hidalguenses, más
empleos para los mexicanos.
Con una profunda reforma social
y una nueva etapa de desarrollo de nuestras regiones, juntos vamos
a hacer del campo mexicano una tierra de oportunidades, de mayor
justicia. El campo de México, nuestros campesinos, merecen
una atención prioritaria; el campo de México y las
actividades de nuestros campesinos deben tener el apoyo de mayores
inversiones, de grandes esfuerzos productivos. Los campesinos
de México así lo exigen, no podemos esperar ya más.
Vamos a responder a sus reclamos.
Vamos también a integrar
a las comunidades indígenas al desarrollo del país,
respetando siempre su cultura y sus tradiciones. Es así
como debemos proponernos responder a la deuda histórica
de justicia que tenemos con los indígenas de nuestra patria.
La grandeza de México radica
en la grandeza de sus regiones, como la Huasteca: en la fuerza
de sus Municipios, como el de Huejutla. Desde el corazón
de nuestras comunidades surge la gran cohesión de nuestra
sociedad y el gran impulso para el desarrollo de México.
Aquí en Huejutla, lo reitero:
mi propuesta es la de progreso para los que menos tienen. Aquí
en Huejutla lo reitero: mi propuesta es la de certidumbre, es
la de seguridad. Certidumbre y seguridad para los que menos tienen:
para los individuos, para las comunidades, para la nación.
Certidumbre significa reglas claras,
significa acuerdos precisos, respetando la ley: certidumbre -
ante todo - es la estabilidad y la paz social.
Este nuevo encuentro con ustedes,
amigas y amigos huastecos, me anima, me alienta y entusiasma.
Aquí está el priísmo del que me enorgullezco.
Con ustedes he compartido otras jornadas.
En el camino de Tampico a Huejutla,
venía recordando cómo en noviembre de 1990, como
Presidente del PRI, tomé la protesta - aquí en Huejutla,
precisamente - a los entonces candidatos a las Presidencias Municipales
del Estado de Hidalgo.
Aquí veo caras conocidas,
aquí se encuentra el ánimo renovado, el ánimo
que va en busca de la participación. Por eso, para mí
tiene un especial significado visitarlos, ahora como Candidato
del PRI a la Presidencia de la República.
Juntos amigas y amigos huastecos,
participaremos en esta contienda democrática. Habremos
juntos también de enfrentar nuevos retos. Nuestra campaña
estará a la altura de los anhelos y de las esperanzas de
los mexicanos.
Saldremos victoriosos. Sé
que en cada uno de ustedes, amigas y amigos huastecos, encuentro
a mujeres y hombres dispuestos a comprometerse.
Sé que ustedes tienen una
gran cultura comunitaria y que ella es precisamente la que les
da fortaleza para superar los retos.
He querido venir aquí, a
estas tierras, para tomar el ejemplo de sus hombres y sus mujeres
de distintas generaciones; a inspirarme en la tenacidad, en el
esfuerzo, en la perseverancia de su gente y en la decisión
de todos y cada uno de ustedes para sumarse por esta gran causa,
que es la cultura de México. Tenemos carácter y
temple para asumir el futuro. Renovemos nuestra confianza. Somos
un gran país. Sumemos nuestros esfuerzos para que gane
México.
¡Qué
viva Huejutla!
¡Qué viva Hidalgo!
¡Qué viva la Huasteca!
¡Qué viva el PRI!
¡Qué viva México!